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miércoles, 12 de febrero de 2014

Consecuencias de la delincuencia juvenil

Algunos estudios han indicado que al interior de la familia se plantea también el
problema de la prevención o la facilidad de la conducta delictiva. Entre los factores
familiares negativos señalados como determinantes de la delincuencia juvenil se
encuentran:
a) Las malas relaciones familiares: con frecuencia se admite, la importancia de
fuertes lazos en la familia con el fin de que el niño o el adolescente pueda
encontrar en su circulo familiar el afecto, la estabilidad y la autoridad que necesita.
Numerosos trabajos lo han establecido y se ha convertido en un lugar común. “Los
jóvenes delincuentes se hallan rara vez en buenos términos con sus padres, estos
manifiestan con frecuencia frialdad, y hasta hostilidad hacia sus hijos; por otro lado
interrogados acerca de sus padres muchos de ellos manifiestan que no los
aprecian (especialmente al padre más que a la madre) que no quieren
parecérseles y que se comunican poco con estos” (Maurice, Cusson: 1990).
b) Falta de vigilancia parental: Ha sido señalada también como factor influyente
en la etiología de la delincuencia juvenil. Se expresa en el desinterés y la falta de
control de los padres por las actividades de sus hijos. ¿Dónde van éstos?, ¿A
quién frecuentan?, ¿Qué hacen?; Algunas investigaciones (Frechette y Le Blanc,
1987) han demostrado que este constituye el factor que se encuentra más
estrechamente ligado a la delincuencia de los menores, parece que él juega un
papel incluso más preponderante que el apego a los padres o el tipo de estructura
familiar.Las siguientes investigaciones citadas por Junger-Tas (1992) han examinado el
efecto de esta variable puesta en relación con otros factores. Por ejemplo, Wilson
(1980 y 1987) la ha estudiado relacionándola con otras variables tales como el
status socioeconómico del padre, el tamaño de la familia, el interés de los padres
por el rendimiento escolar del hijo. El estudio se basó en entrevistas a madres de
niños de 10 a 11 años de edad, las opiniones de los profesores sobre los alumnos
y las confesiones de los propios niños sobre su mal comportamiento en la escuela
y en el barrio. La supervisión de los padres fue medida por preguntas
concernientes a las actividades de los muchachos al exterior del hogar, el tiempo
de permanencia en la calle de éstos, las reglas o normas del hogar. Los resultados
de la investigación han mostrado una fuerte relación entre los factores señalados y
la supervisión o vigilancia de los padres. En esta investigación la mayoría de los
padres que habitan los barrios pobres consideraron que el hecho de vivir en estos,
hace más difícil la educación de los niños a causa de la presencia de criminalidad
en estos sectores y la indisciplina juvenil. ”Sin embargo, esto no conduce
necesariamente al relajamiento de la vigilancia, ciertos padres han dicho incluso
que ellos habían ejercido una estricta vigilancia mientras que otros han
considerado las condiciones del barrio como las que podrían explicar la mala
conducta de sus hijos. Wilson subraya que la relación entre esos “handicaps”
sociales y la delincuencia no es directa, sino indirecta. Ellos están correlacionados
con la supervisión de los padres, ella agrega que la delincuencia aumenta con el
aumento de las desventajas sociales, la negligencia de los padres y la criminalidad
de éstos” (Junger_Tas:1992,40).
Otro estudio mencionado por Junger Tas (Riley y Shaw: 1985) realizado con
adolescentes de 14 a 15 años ha mostrado que las niñas son objeto de una
vigilancia mayor que los niños. De manera interesante dice Junger Tas, el estudio
revela que los adolescentes consideran a los padres que no imponen un cierto
sentido de la disciplina como poco vigilante y cuidadoso de ellos. Igualmente, los
jóvenes delincuentes se mostraron como poco dispuestos a aceptar el control
paternal sobre la administración de su tiempo libre así mismo han revelado tener
más conflictos con sus padres que los jóvenes no delincuentes. La autora agrega
que parece que los jóvenes delincuentes han tenido una actitud más “emancipada”
de sus padres a pesar de los esfuerzos que estos últimos hacen para controlarlos.
Ellos se muestran poco interesados en los cuidados brindados por sus padres, no
los escuchan y actúan como les parecen. El estudio ha constatado que una débil
vigilancia paternal esta asociada a los comportamientos problemáticos de los
niños poco controlados en sus actividades por sus padres y con los que
frecuentemente tienen conflictos. En efecto el estudio subraya que los
adolescentes que tenían una mala relación con sus padres habían sido poco
vigilados. Entonces se puede decir que:
”Una buena relación padre-hijo es efectivamente una condición necesaria para
ejercer un buen control parental”. (Junger_Tas: 1992,41).c) Las carencias educativas de los padres: se trata aquí de aspectos
concernientes más bien a la personalidad de los padres. Con frecuencia los
padres de los jóvenes delincuentes han sido caracterizados como adultos débiles,
pasivos que pasan por alto faltas serias de sus hijos y con frecuencia alternan sus
reacciones entre la complacencia y el castigo severo a los hijos.
d) Prácticas educativas parentales: es el conjunto de conductas conscientes o
inconscientes de los padres, susceptibles de afectar al adolescente en el plan
psicológico y particularmente afectivo. Ellas comprenden las palabras y los
comportamientos dominantes de los padres en la interacción con los hijos. Si las
practicas educativas de los padres son desvalorizantes o negativas, la
representación o la imagen que el niño se hará de sí mismo será también negativa
y eso va a influenciar su comportamiento.
e) La disociación del grupo familiar: ha sido señalada como una variable que
puede tener fuertes repercusiones en el comportamiento del niño o joven.
En las investigaciones relativas al papel de las familias disociadas en la formación
y manifestación del comportamiento delictivo, el divorcio con frecuencia es el
elemento explicativo de la aparición de tal actitud. Sin embargo ciertos estudios
(Koudon 1989) han puesto de relieve la importancia de la llamada disociación
familiar “secundaria“, en ésta parámetros diferentes al divorcio o disociación
familiar "primaria" han sido tenidos en cuenta; ya no es la presencia o ausencia de
uno u otro miembro de la familia, lo que importa, sino la forma como en el seno de
la familia, las relaciones entre sus miembros se desarrollan; se ha concluido que la
ruptura en un sentido físico no significa, "ipso facto", ruptura de las relaciones
entre los padres, no significa tampoco que automáticamente haya contradicción
entre ellos. La ruptura física conyugal no es siempre mal vivida por lo niños y
adolescentes, ya que puede haber ruptura, aunque físicamente los padres estén
juntos:
“Entonces la presencia o la ausencia física de los padres en sí misma, no es
significativa; lo que es revelador es el lugar que cada uno de los padres confiere al
otro en su discurso o su comportamiento y el lugar que confieren al niño” (Koudon,
1989,180).
f) Las carencias afectivas: Factor difícil de aprehender, algunos autores afirman
que él juega un papel considerable entre los miembros de las bandas. Ellos ven en
el ingreso del joven a una banda una especie de compensación de una carencia
afectiva, aunque se precisa que por lo general los lazos afectivos en una banda
son de tipos horizontales e igualitarios y en consecuencia diferentes a los que se
establecen entre padres e hijos en el seno de una familia.
g) Delincuencia y prisión de los padres: hoy día, muchos niños y adolescentes
se encuentran relacionados directa y cotidianamente bajo diversas formas con la
prisión. Ellos la viven a través de sus padres. Las consecuencias que la privación
de la libertad de un padre tiene sobre los hijos, es objeto de muchasinvestigaciones. Nuevas política tendientes a facilitar el contacto del detenido con
el mundo exterior, y sobre todo con la familia, han sido elaboradas. Los estudios al
respecto han señalados ciertos hechos:
*La detención de un miembro de la familia puede provocar una crisis al interior de
ésta.
*Reacciones de estigmatización a la familia del detenido, en especial por parte del
vecindario.
*Las esposas consideran la educación de los hijos como uno de los más graves
problemas que plantea el encarcelamiento del padre.
*Las consecuencias psicológicas de la ausencia forzada del padre han sido
señaladas también por ejemplo la ausencia de imagen paterna y de sostén
emocional del padre.
Es necesario decir la verdad a los niños? Esta pregunta se plantea con frecuencia,
la vergüenza relacionada con el hecho, lleva en ocasiones a los adultos a
esconder la verdad: "papá esta de viaje" o "mamá esta en el hospital". Esto le crea
angustia al menor, especialmente si la situación se prolonga en el tiempo pues el
niño puede representarse una situación de peligro o de abandono mucho más
dramática para él que la verdad que se le oculta. Una situación familiar no dicha o
enmascarada puede engendrar perturbaciones más serias que decir la verdad, el
niño percibe la realidad de las cosas, pero él tiene necesidad de que ésta se
exprese en el lenguaje, en la comunicación. El tipo de daño que el niño puede
sufrir en este caso, va a depender de su edad, de su personalidad, de la duración
de la separación y del contexto familiar preexistente.
h) El rechazo y la delincuencia: La investigación en criminología y en sicología
ha diferenciado dos tipos de rechazo: El rechazo parental, es decir el de los
padres hacia los hijos y el rechazo de los hijos hacia los padres. El “rechazo
parental” ha sido definido de varias maneras: falta de amor, carencia de afecto,
etc. Pero el concepto unificado es que esos términos son el reflejo del aprecio o de
las actitudes de los padres hacia sus hijos. Con frecuencia tanto la sicología como
la sociología han asociado el rechazo parental a la delincuencia juvenil y al
comportamiento agresivo del joven.
Se ha dicho que el rechazo puede ser la causa, pero también la consecuencia de
esos comportamientos en los jóvenes. Efectivamente, el rechazo de los padres
puede conducir a los hijos a rebelarse, pero igualmente puede hacerle difícil al
padre amar a un hijo rebelde. Sin duda padres hostiles o indiferentes estarán
menos dispuestos a brindar una buena y constructiva vigilancia a sus hijos la cual
es necesaria para el desarrollo armonioso de niños y adolescentes. Ellos se
mostraran menos dispuestos a ayudar a sus hijos en situaciones de la vida
cotidiana, por ejemplo a ser aceptados por su grupo de pares. En retorno, los hijos
que crecen en un tal clima de hostilidad e indiferencia serán más susceptibles de
tener emociones y sentimientos negativos hacia sus padres.

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